
Querid@s tod@s:
Ya llevamos una semana de confinamiento y acabamos de empezar la segunda.
Esta situación, totalmente excepcional para la mayoría de nosotros y nosotras, nos pone en contacto con emociones nuevas e intensifica las conocidas.
En estos momentos aparecen miedos, ansiedad, incertidumbre, tristeza, e impotencia…y también se puede apreciar la solidaridad, la buena voluntad, el altruismo, la necesidad de contacto real… lo verdaderamente relevante, lo importante.
Y nos damos cuenta que este control, al que nos agarramos para vivir y darnos seguridad, es falso.
Todo puede cambiar, todo es flexible y transformable…. controlamos muy poquito.
En la cantidad de alternativas posibles, quién iba a imaginar que esto podía pasar… difícilmente imaginable esta situación de confinamiento…
La realidad sigue superando a la ficción y la imprevisibilidad de la vida es un hecho constatable.
Y dentro de esta situación tenemos, sobre todo, un impotente, emotivo y muy cálido recuerdo para nuestros mayores que están muriendo y sufriendo las consecuencias de esta situación…. Y para los familiares que viven con impotencia y profundo dolor el no poder acompañar a sus mayores.
También a aquellas personas que han enfermado y están confinadas en la habitación de su casa para no contagiar a su familia. O las personas enfermas que están solas. O las que permanecen ingresadas. Y a todas aquellas personas que tienen familiares. Un cálido abrazo
Así pues, solo nos queda colocarnos en un lugar de mayor salud:
El Aquí y Ahora, El presente.
Y entregarnos a lo que la vida nos trae.
Esto no significa olvidarnos y no atender lo que nos toca, sino responsabilizarnos de lo nuestro y aceptar que, además, hay una parte que ya no depende de nosotros; que no controlamos….
Por mucho vértigo o miedo que esto nos pueda dar o por mucha incertidumbre que esto nos genere, es así.
Y no nos queda otra que ENTREGARNOS A LA VIDA.
Más que entender, ya que a veces no es posible, se trata de ACEPTAR.
Para muchos de nosotros no es una aceptación resignada, sino confiada, y esperanzada. El contacto, el afecto, el mirarnos, el saber que nos tenemos y que cuando nos pidamos ayuda siempre habrá alguien disponible con su presencia, a pesar o gracias a nuestras diferencias, es la luz que nos mueve y nos ayuda a continuar y esperamos y deseamos que sea también la vuestra.
Os enviamos un abrazo cálido, mucho amor y salud para vosotros y vuestros seres queridos. Con nuestro apoyo y nuestra presencia, aquí seguimos estando
Ana León