Rafael Contreras Doña

He trabajado siempre en el ámbito de la educación social, la educación no reglada, me hice primero profesor, después educador social y por último psicólogo y terapeuta. Va en mi naturaleza el mediar, el resolver conflictos, el usar el humor como herramienta terapéutica. En mi biografía esto me sirvió mucho para evitar lo desagradable, lo conflictivo, lo doloroso y sobre todo para encontrar el reconocimiento y el afecto que anhelé desde niño. La terapia me permitió usar estos mecanismos como herramientas al servicio y la facilitación de los procesos personales. He aprendido que cuando existe dificultad para expresar o atravesar se puede afrontar a través del arte, de lo expresivo, de lo simbólico, por eso el teatro, el Psicodrama, el cuerpo y por supuesto la terapia Gestalt, me ayudó tanto a conocerme y a atravesar mis propias sombras y a entender la de los demás.
Me encanta y me desenvuelvo bien movilizando energías grupales y expresivas. La expresión de uno/a mismo/a , de lo auténtico, agradable o no , me parece el acto más terapéutico y más sanador para cualquier persona. Por eso me formé en teatro terapéutico y sobre todo en psicodrama porque estoy convencido que entender la narrativa de lo que me ocurrió y elaborar una nueva narrativa más sana es una potente herramienta para el tratamiento de traumas y heridas de la infancia que nos siguen afectando en la vida adulta. Trabajo en terapia con adultos, con parejas y con adolescentes. Considero importante y muy válida la perspectiva sistémica y por eso suelo contar con la familia del paciente en la terapia, y destaco de la Gestalt la importancia en la terapia de la relación paciente-terapeuta: no sólo sana la técnica sino también y sobre todo el vínculo.