En nuestra vida nos encontramos en la relación con los demás cometiendo (y repitiendo) fallos, errores de los que no nos damos cuenta, situaciones que nos provocan dolor, y en el peor de los casos que provocan dolor en nuestras personas queridas.
Este “no darnos cuenta” conforma nuestro Punto ciego, lo que no veo de mí, aquello de lo que no tengo conciencia.
El origen de nuestros puntos ciegos fue una necesidad en nuestra infancia que al no ser cubierta nos provocó angustia y ansiedad ocasionando que nos forjáramos una coraza, un mecanismo de defensa para protegernos del dolor evitando que la situación nos afectara… y así, cuando se produzca una situación que a nivel inconsciente sentimos similar, se desencadena de nuevo este mecanismo.
Todos tenemos puntos ciegos. Todos en nuestra infancia vivimos momentos difíciles de asimilar y la conciencia realiza un proceso de selección de la información relegando al inconsciente la información que nos duele como un mecanismo de defensa para poder sobrevivir.
Una de estas situaciones es cuando un niño/a ve a su madre deprimida y en cama, … y la necesidad de ser querido, cuidado y atendido no se puede cubrir…porque su madre no puede ni con su alma. El niño impotente y dolorido ante esta situación necesita “rearmarse” para poder ir al colegio, vivir su vida, y nutrirse de las cosas buenas que le pasan. Se despliega el mecanismo de olvido de la situación que hay en casa, una desconexión de la tristeza que le produce ver a su madre infeliz y sin ganas de vivir (aunque él exista)… para así poder… arraigarse a la vida…
Campo servido para el Punto Ciego. Es muy probable que esta persona en su crecer, se ponga ciego y sordo ante el dolor de otras personas, ante la depresión del otro, e incluso llegue a pensar que el otro está triste porque se lo provoca, porque no lo sabe hacer bien, porque lo busca, o incluso porque se lo merece… pudiendo llegar a ensordecer ante su propio dolor y, lo que es aún más duro, pudiendo llegar a poner en situación de riesgo al otro.
Para poder atravesar los puntos ciegos y ponerles consciencia, la persona ha de re-vivirlo, re-vivenciar una situación que despierte ese nivel intrapsiquico y enfrentarse experiencialmente de nuevo a esa detonación inconsciente. Y así poder reaccionar de forma diferente…porque la situación originaria sucedió en el pasado e integra una historia de vida pero ahora en el presente, no tiene sentido.
Y es necesario ponerle consciencia, porque de otra forma, cuando la reacción automática se reactive, no va a ser posible reaccionar de forma diferente…perpetuándose el conflicto.
Y es así porque a la persona le duele ver lo que no se vió, porque por algo levantamos ese muro defensivo ante lo que ocurrió… porque el cuerpo y la mente es sabia y ante situaciones traumáticas la naturaleza prima por la supervivencia del individuo…aunque para ello tenga que distorsionar la visión del mundo.
Y si de adultos no bajamos nuestros muros y ponemos conciencia a nuestras defensas, y nuestros ataques, si no nos damos cuenta de nuestros puntos ciegos…no nos vamos a enterar de cómo nos relacionamos y cómo hacemos daño a los demás y a nosotros mismos.
Belén Hernández Rodríguez